domingo, 8 de mayo de 2011

leo tus ojos...




Por alguna vana razón siempre mis ojos muestran el nivel de conexión que tengo con el planta tierra... la gente suele llamarle "quedarse pegado" pero para mi una mirada ausente y extraviada es algo mucho más que eso, es mucho más que estar ausente, es estar lejos, es que tus pensamientos divaguen por otros caminos lo que hace imposible hacer contacto visual con la realidad y los que hablan a tu alrededor se escuchan como si estuvieran bajo el agua, es como bucear en silencio y que te hablen de la superficie y no logres oír... siempre entrar en su propio acuario (mente) es un viaje tan placentero y de fácil llegada y de brusca salida, que suele ser un grito o un tirón, pequeños gestos que derrumban un paraíso en el cielo tal vez, que te hacen caer de cabeza a la realidad...   si en mis ojos hay diluvios en los tuyos leo destinos...  (editando...)

lunes, 21 de marzo de 2011

El maldito "Yo soy"

¿Quién soy yo?




Muy bien sería muy sencillo si respondiera con tan sólo decir mi nombre pero eso a muchos, incluyéndome no me diría nada. Cada una de las personas de mi circulo social y mi familia tiene una percepción de mi persona y en este pequeño ensayo no pretendo ni desmentirla ni confirmarla sino que se comprenda por que hay esa percepción.


 En lo  personal creo ser sólo una pequeña existencia dentro de la inmensidad del universo pero a pesar de ser una pequeña existencia , tengo metas y cosas que pretendo ser, tengo creencias, ideologías así que de una forma u otra se puede decir que soy producto de la suma de algunas cosas que he aprendido de la experiencia de los años de vida por ejemplo cuando era pequeño Recuerdo que todo lo que mis padres me decían tenía una validez muy Grande para mi, inclusive para aquellas cosas que cuando crecemos nos damos cuenta que en realidad no existían pero que en ese entonces tenían mucho significado para mi, Todo lo que me decían mi familia y mis círculos sociales iba contribuyendo para que yo vaya moldeando mi propia personalidad pero basándome en las cosas que ellos me iban transmitiendo, como por ejemplo el hecho de pertenecer a un sólo país al cual se le debe respeto y aprecio, o el pertenecer o creer en una determinada Religión como en mi caso la católica, pues desde siempre eh crecido con muchas personas pertenecientes a esa religión, incluso en un colegio de esta orden y esto poco a poco fue haciendo que yo igual que mis padres crea y respete a esta religión. También los valores que desde pequeños nuestros padres nos inculcan para que a medida de que vayamos creciendo los pongamos en práctica para irnos forjando una vida.. por lo tanto si me pregunto otra vez ¿ Quién soy yo? en esta etapa de mi vida me atrevo a decir que soy el resultado de muchas experiencias vividas, de valores y paradigmas en mis años de vida... un ser humano; familiarmente soy hijo, Hermano, sobrino, primo, tío y voy a saber yo que más... Social mente soy amigo, compañero, alumno etc. junto con esto mis sentimientos y mi pasado se han mezclado de tal forma que me he convertido en un hombre sonriente y optimista donde la desesperanza, ni la cobardía jamás serán pragmas en mi contra, donde obviamente espero cumplir lo que deseo y seguir acumulando más experiencias que me hagan ser un proyecto de vida completo.  Soy en Fin...








                                   

domingo, 2 de enero de 2011

Calles vacías, calles al azar... Santiago



Creo que en toda mi vida había visto y estado en un Santiago tan vacío. La masa de gente que no te deja pasar por las calles se esfumo quien sabe donde, quizás este año Nuevo la gente optó por celebrar fuera de la ciudad y por eso es que las calles más recurridas incluso los fin de semana como Patronato y el paseo ahumada, el metro, los transantiagos , paraderos y incluso el  maldito mall están vacíos, lo malo que ni puestos de comida callejera hay, todo mundo pareciera como si se hubiera marchado a otro sitio y me hubiera quedado solo en la ciudad,  aunque para ser sincero todo está muy tranquilo y lo estoy difrutando.
Estaba considerando irme de vacaciones a otro sitio pero al ver esta extraña cara de Santiago creo que lo pensaré dos veces  y me quedaré a disfrutar de esta agradable solitaria ciudad donde todo está en calma con sus autos y maquinas sin vida, con sus edificios más grises de lo normal y donde los focos de las avenidas alumbran tan sólo la eterna soledad... jaja creo que hasta la Luna extrañada se pregunta a donde se fue la histérica ciudad  incluso yo me pregunto si aquella masa de ruido volverá alguna vez por aqui... 

martes, 21 de diciembre de 2010

espera, esto para mi es irresistible...





Desde pequeño recuerdo haber sido amante de la comida rápida o para mi mal llamada chatarra, no puedo negarlo, y como tal, no tengo ningún problema a la hora de comer los "Buffets" que me ofrecen algunas calles  en sus respetables pero improvisados restaurantes-cocina. No me da asco ni titubeo a la hora de dar el primer mordisco lo que ha mucha gente no puede hacer ya que suelen pensar en la higiene y la refrigeración de las especies que se yo... a mi de igual, me encanta la idea de que algo tan sabroso pueda adquirirlo tan fácilmente y al aire libre, en vez de estar entrando a comprar a algún edificio hacer una cola para comprar y todo eso que me fastida... 


Siempre que camino por calles que no conozco muy bien me pregunto con que me sorprenderá el Chef el día de Hoy y Diablos que lo disfruto. Creo haber probado prácticamente de todo a excepción de un par de cosas que hasta yo dude de su procedencia pero en fin aquí van mis favoritas:


Completos ( o hot dogs) : no pasan más de dos días sin que coma un de estos, para mi fortuna los carritos están mi ruta habitual, por eso terminan muchas veces siendo mi almuerzo sin importar cuantas veces calentaron esa salchicha para que pareciera recién hecha. Siempre hay unos lugares donde el completo suele ser mejor que otros pero el hambre del momento no me deja ver la verdad, al que más frecuentemente voy es uno que está específicamente al frente de la facultad de Derecho, su pan es perfecto y crujiente.


Sopaipillas:  Creo que no habría invierno en Santiago si no existieran estas redondas de Harina, yo incluso las suelo comprar incluso ahora en Verano  y comerlas con 30 grados cosa que la gente no le gusta, la mayoría piensa que la gracias es comerlas con frío o cuando llueve, pero un verdadero sopaipillero las come todo el año, las recién hechas que están muy blandas y pálidas o las que han sumergido en aceite  y torturado un par de veces para que parezcan recién hechas las disfruto por igual en especial al agregarle algún condimento como mostaza o Ketchup que siempre dudo de cuál será ya que pienso que al agregarlos juntos se pierde el sabor y ahí uno está comiendo cualquier cosa.


Choripanes: Los Vendedores ofrecen un chorizo asado a la parrilla servido en pan Francés...  Diablos que me importa de donde venga el pan, esto es delicioso incluso si en algunas partes varían el tiempo de cocción del chorizo, en serio no me importa si está medio crudo o medio quemado con un buen condimento esto es la mejor invención culinaria  del Hombre, yo no sé porque pero los suelo disfrutar más  en partidos de fútbol tal vez por la emoción del momento, aparte que sus puestos abundan en las cercanías de los estadios, así que es imposible ignorarlos para mí.


Mención Destacada:
Mote: En la parte alta del San Cristobal y Cerca del Club Hípico venden ese mote con es Juguito recién hecho y con un sabor muy dulce, lo encuentro genial para capear el Calor de hoy en día... 


Qué hay para el menú de Hoy?... 




     





sábado, 20 de noviembre de 2010

Subimos el cerro ?



Todo comenzó un día de vacaciones de Verano que casi ni recuerdo. Cuando por mero aburrimiento me fui a trotar al cerro San Cristobal, me propuse hacerlo día por medio hasta que me fuera de vacaciones fuera de Santiago. 
Cuando fui el primer día que lo subí  quede maravillado con el hermoso paisaje que me rodeaba y me hacia dudar si seguía en aquella ruidosa ciudad  y no sólo eso también quede sorprendido con la cantidad de gente que trotaba, andaba en bicicleta, iba a las piscinas etc. 

Me dije: “encontré el lugar perfecto para hacer ejercicio”, yo solo tardo 2 horas en subir y bajar en el cerro trotando y lo genial de eso que en ese tiempo puedo pensar con mucha claridad, reflexionar y todo, ya que no hay ruido que perturbe tus pensamientos excepto por bicicletas y los autos que pasan esporádicamente, además hay buena señaleticas y letreros así que uno puede trotar sin preocuparse de nada mas que de observar los bellos paisajes y jardines que se nota que están bien cuidados.

También cuando se va subiendo a lo lejos aparecen siluetas que suelen ser otras personas corriendo que generalmente las adelanto, a veces me detengo a observar hacia abajo, hacia la ciudad y todo se ve pequeño, como de juguete, entonces cuando llego a la que según mi intuición es la mitad del largo y cada vez más empinado camino,  empiezan a aparecer algunas curiosas paradas y restaurantes, incluso una parte donde hacen gimnasia rítmica o algo así, también algunos senderos de tierra que te incitan a perderte en las arboledas que los rodean y que no tengo idean a donde te llevan, pero más adelante el camino sigue y es hacia arriba hasta ella.

Ya llegando casi a la cumbre la vista hacia Santiago es algo indescriptible sobretodo cuando está atardeciendo y el resplandor cubre a Santiago. Siempre le hecho una de esas viejas monedas de cien pesos que ya casi ni hay a esos larga vistas con los cueles suelo buscar mi casa y otras reconocidas partes que frecuento, a veces me quedo mirando el funicular que los niños pequeños prefieren llamar trencito, también en aquella parte suelen verse uno par de extranjeros sacándose fotos hasta con basureros. Luego de un rato comienzo a subir rápidamente los escalones hasta la virgen y cuando llego hasta allí me siento en un escalón ni muy alto ni muy bajo, trago saliva , el viento golpea mi cara con mera violencia y siempre al llegar hasta ahí me pregunto lo mismo ¿ cómo es que realmente llegue hasta aquí? Estoy Listo para bajar…

viernes, 19 de noviembre de 2010

Sabes que eres Santiaguino cuando vas a...

El Quita penas

Recoleta 1480 Barrio Recoleta (Frente al Cementerio General) 

 

Cada ciudad o pueblo tiene su cementerio, así como cada cual tiene su Quitapenas. Platos, tragos e historias rodean a estos puntos de encuentro y tradición. Santiago no se queda afuera.

 La avenida Recoleta comienza a llenarse de flores al acercarse al Cementerio General. Miles son las personas que diariamente visitan este extenso lugar, fundado en 1821, que cuenta con más de dos millones de tumbas. Víctor Jara, Violeta Parra, Eduardo Frei Montalva y tantos otros, forman parte de esas amplias extensiones de recuerdos y nostalgia. Ahí, afuerita, se encuentra el centenario restaurante “El Quitapenas”.

Tan sólo una calle y una mampara separan al cementerio de este centro de tradiciones y recuerdos. Fotografías del Santiago de los años veinte, cuadros de los cuarenta, y fotografías del Colo Colo –fundado aquí, en 1925, por David Arellano- acompañan las diez mesas abarrotadas de gente ansiosa por su plato.

Manuel almuerza junto a su jefe y un compañero de trabajo. Aprovecha de comer pebre mientras espera una suculenta cazuela de vacuno. Antiguamente, “Uno venía al cementerio y típico que paraba aquí pa’ pasar las penas. Mis tíos, mis abuelos, todos pasaban, pero ahora está más cambiado. Ya no es como antes, cuando gente famosa venía para acá”, recuerda mientras saborea.

Pepe está a punto de cumplir diez años quitando penas. Su rostro denota alegría, su voz, timidez. Es el creador de dos obras de culto: Que en paz descanse y El que paró la chala. La primera es una vaina a base de licor de café, con huevo, un poquito de cacao, coñac y azúcar; la segunda se la reserva, aunque recomienda no tomarla dos veces: “Es una bomba”.

“Todos los días vienen a dejar fina’ítos, de ahí pasan para acá. En todos los cementerios hay un Quitapenas, por el hecho que muchos salen a pasar la pena y otros a alegrarse. Nosotros los atendemos lo mejor que se puede, les buscamos alguna bromita por ahí, pero que les caiga bien”, comenta Manuel, otro de los garzones del local, mientras Alex, de profesión transportista, considera que éste es “un lugar acogedor, que tiene buenos precios, de acuerdo a lo que uno gana”.

Rosa y Zoila llevan varias horas conversando. Lentamente llevan a sus bocas las papitas fritas y la carne que abunda en sus platos. Para pasarlas, toman un sorbito de pilsener helada. Se conocieron hace más de cuarenta años, cuando Zoila llegó con su marido al sector 5 de la Villa O’ Higgins. Desde ese momento comparten largas horas juntas, unas en casa, junto al tejido y la telenovela, otras “dándose una vuelta por ahí”.

Esta salida, sin embargo, no es por placer. El pasado domingo, una de sus vecinas perdió la vida a causa de los celos de su marido. Dos apuñaladas estremecieron a toda una población que en conjunto acudió al Cementerio a decirle adiós. “¡Imagínese cómo nos sentimos nosotras como vecinas! Acá hemos estado toda la tarde dándole vueltas al asunto”, comenta Rosa.

“Cuando nos invade la pena, partimos para acá. Uno viene y olvida un poco todo lo que pasó allí dentro. Cuando uno viene a dejar a sus seres queridos o viene a visitarlos sale con pena. La pena nunca se termina”, agrega Zoila.

Rosa conoció El Quitapenas cuando tenía nueve años. Se había muerto la suegra de la empleada de su abuelo. El viudo los invitó a todos a tomar once al restaurante, en los tiempos que el piso era de tierra, el techo de vigas y la música una mezcla entre arpas, guitarras y agudas tonadas. De ahí que cada vez que visita el cementerio se sienta en una de estas mesas a, por lo menos, tomarse una bebida. 

 

Que en bar descanses

El 1 y 2 de noviembre, miles de personas acuden al cementerio. En el día de todos los santos y muertos, ni las flores, ni el metro y mucho menos las sillas de El Quitapenas son suficientes. “Es una locura. Esa es la navidad del El Quitapenas: llega muchísima gente, incluso de fuera de Santiago, familiares que se encuentran acá, antes o después de visitar a sus muertos. Ese día no hay ofertas especiales, con suerte un asiento en el aire”, comenta María, la esposa de Don Miguel.

Miguel es el tercer dueño de El Quitapenas. Lo adquirió hace unos veinte años en un remate que se hizo con todos los bienes del anterior dueño, don Emilio Burroni, luego de su muerte. El primero, fue un señor de apellido Degellini, quien fundó el primer local, ubicado un par de cuadras más hacia el sur.

De ese antiguo recinto, fundado hace cien años, tan sólo queda el recuerdo del mito de “La Lolita”, una chica que frecuentaba el local en las noches. Pálida y descubierta, inspiraba compasión en los hombres que sin dudar le pasaban su chaqueta. Al día siguiente, la prenda aparecía colgada en una de las tumbas del Cementerio General.

Este año El Quitapenas fue uno de los tantas picás que recibieron un reconocimiento por su aporte cultural gastronómico. Reunidos en “El Hoyo”, en Estación Central, Miguel y tantos otros recibieron el reconocimiento que ahora observo en la pared.

En la mesa tres, un garzón mira fijamente la tele; en la cuatro una niña- la nieta seguramente- espera que la vengan a buscar. En la seis, dos hombres comparten un vino y en la siete estoy yo, observando.

La noche cae y la bruma comienza a mezclarse con el smog. Las flores desaparecieron, la gente abandona el cementerio con rumbo a casa. A falta de micros vacías, sobran las caras mirando a través de buses piratas, ofreciendo un viaje corto, económico y sin bip!.
Miguel deja su paila con huevo revuelto y le dice a los dos cocineros que quedan que ya es hora de cerrar. En cosa de segundos, comienzo a cruzar la calle hacia el acceso al metro Cementerios, mientras los veo bajar la cortina con la esperanza de un nuevo día, mucho mejor que el de hoy. 


El hoyo 

San Vicente 375 ( Esquina Gorbea) Estación Central Santiago de Chile. 

El Hoyo abrió sus puertas en 1912 y su clientela se ha mantenido por varias generaciones. Las mesas son barriles apoyados en una pila

 

Reyes del vino tinto en jarra de la casa. Este chilenísimo lugar creció a punta de réplicas. Porque si nos remontamos al año 1985 el terremoto de marzo arrasó con buena parte del Santiago antiguo. La mitología de este sitio narra que llegó hasta este lugar un despistado gringo que ante la desagradable temperatura del vino que le servían pidió que le encaramaran un copo de helado al vaso. El helado de piña que normalmente nutre el más aristocrático Ponche a la romana se desvió hacia una corriente caña de vino blanco. Nació, entonces, El Terremoto, un trago tan criollo como exitoso. Réplica es el nombre que ostenta el vasito más pequeño. 

¿Por que el famoso trago se llama Terremoto? 

 

"Todo comenzó en marzo de 1985, cuando unos reporteros alemanes vinieron a Santiago a cubrir los daños que había provocado el reciente sismo. Debido al calor reinante entraron a nuestro local para pedir algo de beber. Se les sirvió nuestro clásico pipeño al que por solicitud de los extranjeros se le adicionó helado de piña,según una idea original de Don Guillermo Valenzuela, cuando lo probarón uno de ellos exclamó " !Esto si que es un Terremoto¡ " .. Así nace el nombre del ya mítico Terremoto." 

Qué lleva: Vino pipeño y helado de piña. Vale $1.600. Por $800 más puedes pedir una Réplica. 
Intensidad: “En la medida que lo vas tomando, te va golpeando. Un Terremoto es igual a un combate con Mike Tyson, sales noqueado”, explica Chico Marambio. 
Quiénes lo frecuentan: Francisco Vidal (ex vocero de Gobierno), Osvaldo Puccio (embajador de Chile en España), Willy Sabor y Che Copete, por nombrar a algunos. 

Hoy Santiago cuenta con dos Hoyos: el Hoyo de arriba, en Franklin y el Hoyo de abajo, cerca de Estación Central. En ambos hace veinte años se venció la adversidad de la desgracia celebrando con el buen vino tibio o helado. 

Todo comenzó ya en un lejano año de 1912. Don Benjamín Valenzuela..

 

...oriundo del pueblito de Rastrojo en las cercanías de San Vicente de Tagua Tagua parte a Santiago. Este pujante chileno se vino a la Capital para iniciar un nuevo negocio. Santiago en aquellos años crecía a punta de carretones, tranvías y caballos y el sector de Estación Central bullía de movimiento y comercio, actividad que era una interesante oportunidad para Don Benjamín. Luego de un tiempo se instaló en las esquinas de Gorbea y San Vicente, a escasos metros de la calle exposición en donde el Forraje, carbón y frutos del pais que Don Benjamín vendía se mezclaba con el ruido de los trenes que entraban y salian sin parar de la estación. Dándose cuenta que la cercanía con la Estación Central podría traer a su local a los trabajadores Ferroviarios, comienza la venta de Charquí, Chicha y Huevos Cocidos. Estos concurrian aciduamente al " Hoyo " como lo llamaban , al encontrarse este en un desnivel producto de los canales que antiguamente pasaban por el lugar. 

Al pasar los años se fueron incorporando más y variados platos, deliciosa chicha, entre otros sabrosos comestibles, acrecentando la fama del lugar. Don Benjamín fallece en 1954, legando el negocio a sus hijos, y posteriormente estos a sus nietos, los que con esfuerzo siguen con la tradición. 

Creciendo tanto en espacio como en su menú típico, "El Hoyo" permanece por más de cuatro décadas deleitando a Chilenos y Extranjeros

 

Se Llega facilmente desde metro Estación Central o desde Alameda. 
Estacionamientos en Calle San Vicente y Gorbea. 


La piojera 

Aillavilú Nº 1030, Frente al Mercado Central, Salida Puente Estación Metro Calicanto 
(cerca de La Vega).

La Vega de Santiago ha pasado en los últimos años por muchas incertezas. La modernidad de nuestra urbe ha querido arrasarla y trasladarla. Sin embargo, sus emblemas siguen allí. Tal es el caso de La Piojera, que funciona desde 1896. En este lugar se bebe -y harto- se toma vino, pero también un curioso brebaje: Ponche de Culén. Se trata, dicen los entendidos, de un combinado, parecido a la mistela. Vale la pena comprobar este sabor tan de nuestras latitudes y agregar a este líquido pan con huevo (ojo que es muy diferente, por cierto, al playero pan de huevo). Aquí cuenta y mucho la preposición. or cierto, no hay que olvidar a los clásicos: la caña de vino, la de chicha, el vino pipeño y el borgoña

 

Cuando se habla del Terremoto, la chicha, el pernil y el arrollado, se sabe que estas preparaciones son marca registrada de La Piojera, quizás, la picada más famosa de Chile.

Según cuenta la historia, fue en 1922 cuando a una autoridad de la época se le ocurrió invitar a un lugar conocido de Santiago al ex presidente Arturo Alessandri Palma. Cuando Alessandri ingresó y vio todo lleno de trabajadores, exclamó: "¿y a esta piojera que me han traído?, y desde ahí lleva este nombre.

La Piojera ha logrado no sólo ser conocida como una picada, sino que además se ha convertido década tras década, en un lugar de encuentro social que ha sido testigo de cambios políticos y culturales en la capital, pero que ha sabido mantener inquebrantable su tradición y, por qué no decirlo también, la magia que se vive en su interior.

Desde esa época ha cobijado a obreros, trabajadores, oficinistas, estudiantes, políticos y gente de televisión, así como también se ha convertido en centro de eventos culturales, lanzamientos de candidaturas políticas y otras manifestaciones relacionadas con nuestro espíritu nacional.

Este local ha sabido dar espacio a un amplio público, por lo que a todos les queda claro que la intolerancia y la discriminación, son conceptos que en La Piojera se conocen sólo de la puerta hacia fuera.

Hoy es la tercera generación de la familia Benedetti la que administra La Piojera con las mismas ganas y fuerzas de su fundador, Carlos Benedetti Pini, quien luego de trabajar en una tienda de curtiembre en la calle Puente, tuvo la oportunidad de comprar el local donde hoy sigue atendiendo este popular bar criollo, cuyo edificio data de 1850.

Su actual dueño, don Hubert Bernatz Benedetti de 52 años, nieto de don Carlos, junto a dos tías de la familia, las que ya sobrepasaron los 80 años de edad, se encargan de mantener viva a La Piojera, responsabilidad que en gran medida se debe también al público que la visita constantemente.

En medio de la agitada jornada diaria de La Piojera, en donde siempre hay público y la conversación en voz alta recuerda que a este lugar el silencio y el aburrimiento no están invitados, nos recibe su dueño para conversar sobre cómo ha logrado un lugar como éste sobrevivir a los cambios que se suceden en toda capital. "Creo y estoy seguro que La Piojera se ha mantenido en el tiempo gracias a esa magia especial que tiene. Es su ambiente, el espacio, el público que viene acá, no sé. Cuando pasas el umbral de la puerta, entras a otra época, te reciben las banderas chilenas. Esto en el fondo es una quinta de recreo, en donde público de todo tipo viene a comer o tomar algo y pasar un rato agradable conversando. Todo el día hay un dúo de músicos que interpreta canciones desde cuecas hasta rancheras, de lo que quiera la gente", señala entusiasmado nuestro entrevistado, cuando vemos pasar a un apresurado garzón con varios "patos" llenos de ese néctar famoso que según Bernatz, no hay mejor que el que se hace en La Piojera: el famoso Terremoto.

Pero si "El Terremoto" es lo primero que se nos viene a la mente cuando hablamos de La Piojera, una característica que también podría recordarse de inmediato si alguna vez se ha estado acá es la tolerancia, ya que a muchos puede asombrarles el ver la diversidad de público que se da cita en muchas ocasiones en este local. "Hemos sido visitados por cinco presidentes: Arturo Alessandri, Ríos, Allende y los dos Frei. Además han venido Lavín junto a Trivelli a celebrar acá el 21 de mayo del año pasado, el actual alcalde de Santiago, también Nelson Ávila, quien lanzó aquí su candidatura al Senado, los amigos del movimiento Guachaca liderados por Dióscoro Rojas, quienes declararon a La Piojera, Monumento Sentimental, y al mismo tiempo hay gente de trabajo, estudiantes y abuelos que nos visitan. El público es muy variado", comenta Bernatz



El futuro no es incierto para el dueño de este rincón nacional en el corazón de Santiago, quien sabe que La Piojera aún no tiene fecha de vencimiento y que su ambiente y concepto seguirán manteniéndose incólumes. "El negocio sigue hasta cuando no dé más. Imagínate que ahora mis hijos que están en la universidad ya se están impregnando de este local. Cuando pueden vienen a ayudarnos a atender, lo que significa que la cuarta generación de la familia seguirá dándole vida a La Piojera. Queremos que siga así. No son necesarios los cambios, ni tenemos pensado hacer nada que dañe la esencia de este lugar", enfatiza el nieto y dueño de La Piojera.

Asi pasan los años y La Piojera esta cada día más vital que nunca, sin siquiera tener la intención de desaparecer, haciendo caso omiso al brusco cambio que se va provocando en la ciudad y en la sociedad, más bien recibiendo con los brazos abiertos a todos aquellos que buscan lugares sencillos, agradables, tolerantes, no importando la edad ni la condición social, porque en La Piojera, Santiago y sus tradiciones aún respiran.



El rincón de los canallas  

TARAPACA 810 entre San Francisco y Serrano. 




Esta picada con contraseña es propiedad de un porfiadísimo hombre que cuando se le quemó su local no consiguió otra patente. Su nombre Víctor Painemal. En años duros difundía la contraseña en un programa de radio Colo Colo. Hoy para no olvidar viejos tiempos la contraseña persiste, pero es siempre la msima: "¿Quién vive canallla? Chile libre, canalla". 
El menú ostenta nombres de combate: Vietnamita se bautizó a un pernil entero, más arrollado, prietas, costillar, papas cocidas y ensalada surtida. Todo ello multiplicado en cuatro porciones. Los nombres siguen acorde a los contenidos: Punta Peuco, Barrabases, Amongelatina o Vitalicio. En Los Canallas hay gusto para todos. 

A inicios de los años "80", cuando todavía regía el toque de queda, el temuquense Víctor Painemal tuvo la idea de crear un espacio para que quienes todavía añoraban la bohemia pudieran reunirse tanto para recordar viejos tiempos como para disfrutar de un buen pernil. 
"El Canalla", como lo conocen todos al dueño Víctor Painemal, recuerda con orgullo los primeros años de su restaurante. "Inauguramos en el 80 como El Rey de los Pollos Asados y abríamos después del toque hasta la madrugada. Después de que los incendiaron el boliche en el 83 y nos clausuraron la patente, pasamos a llamarnos el Rincón de los Canallas", cuenta. En esa época, Painemal fue allanado en 67 ocasiones. Aún así "el canalla" se mantuvo firme. En radios como Colo Colo pasaba el santo y seña del día, entre saludos. Y los que llegaban debían tocar una campanita para responder al famoso Quién vive Canalla ? con alguna frase como "Esta lloviendo en Puerto Montt y los canallas siguen igual". 
Desde el viaje de Pinochet a Londres, la contraseña es "Chile Libre" pero se pide sólo después de las 15.30 horas. Otra cosa que ha ido cambiando con los años son los nombres de los platos, que se adaptan a la actualidad política. Hoy el costillar con coimas, el Punta Peuco o el Vitalicio, el Vietnamita, el famoso Pernil Canalla, el Terrorista, el Barrabas, Amongelatina, Curanto estilo canalla, el Cesante y el chucaro. 
Visitado por políticos, dirigentes, artistas y famosos. El Rincón de los canallas mantiene esa mística de los comienzos, recibiendo a todos con un chancho en piedra, pan, cebolla en escabeche y con músicos folclóricos en vivo.